Sal de tu tierra

Sal de tu tierra

Vivo en el centro de Madrid y podría decir que ya me he acostumbrado al incesante ruido de una ciudad grande. No le doy importancia, se oye como música de fondo pero no incordia demasiado. Sin embargo, después de semanas o incluso meses, de repente comienzo a oírlo y empieza a molestarme. Ese es un signo indiscutible de que tengo que salir de la ciudad. Alejarme de las calles, el ruido, los coches, el tráfico y los ríos de humanos que se mueven sin cesar en direcciones solo por ellos conocidas.

Lo mismo ocurrió también aquella vez; cuando el ruido me fatigó demasiado, salí a un parque natural que conozco desde hace años. Silencio, paz, inexistencia de caminos y coches, pocos paseantes o ciclistas. En esa ocasión, una ligera llovizna había asustado a casi todos así que, por unas horas, fui prácticamente la única usufructuaria de kilómetros de senderos, senderillos y rutas. Me acompañaban decenas de conejos y avecillas que ya intentaban preparar sus gorjeos primaverales pero, de momento, de forma bastante tímida y sin mucha convicción. En ese lugar ya tengo mis senderos y costumbres, rutas y horas preferidos. Suelo ir en autobús, camino hasta las entradas al parque y luego, según me apetece, a derecha, a izquierda, hacia arriba o hacia abajo. El terreno es muy escarpado, atravesado por los cañones de arroyos que suelen estar secos pero aun así son imposibles de cruzar si no es por los sitios señalados. Entrando allí y disfrutando del silencio desde la entrada, me di cuenta de que siempre giro a la derecha y subo. ¿Y si tomara la dirección contraria? Dicho y hecho. Un sendero amplio me llevaba por sí solo. Después de poco tiempo oí el murmullo del agua. Pero ¿dónde hay agua por aquí? Llegué a un río desconocido, no tenía ni la menor idea de la existencia de un río en ese sitio o, más bien, de dos ríos e incluso de alguna pequeña cascada. A lo largo del cauce había rutas y sendas, arboles, juncos, avecillas, el relajante sonido del río y el silencio de fondo.

De golpe me di cuenta: he estado aquí decenas de veces y no tenía ni idea de la existencia de ese lugar. Siempre escogía un solo sentido, al otro no le prestaba atención.

Querid@ Amig@, ¿tal vez te ocurre lo mismo a ti? Tal vez tienes tus sitios favoritos, caminos, modos de proceder, de pensar, gente, costumbres y trabajos preferidos y ni siquiera te das cuenta de que existen también otras realidades. No quiere decir que sean mejores o peores, solamente que son diferentes. Y que lo “tuyo” no es lo único, lo únicamente importante o lo mejor. Pero, sobre todo, que eso “tuyo” no es algo inmutable y fijado para siempre. Somos transeúntes, somos seres en camino y, de hecho, nada podemos hacer para cambiar esa realidad. Acéptalo. Puedes andar siempre por una sola senda, trillada y elegida por ti, pero no será la única senda. Existen también otras y son igual de bellas, o tal vez más bellas aun. Hay algo más: si tú no quieres cambiar nada de tu modo de caminar ni de tu senda, ella misma cambiará. Porque aquí solamente somos transeúntes y ninguna protesta hará nada.

Encuentro a personas cuyo mayor enemigo es el tiempo. Decenas de veces he escuchado protestas, quejas y lamentos porque “antes” solía ser mejor, diferente, todos eran jóvenes, sanos y toda la familia estaba reunida, mientras que ahora el mundo se acaba. ¿Tal vez son personas que siempre elegían el mismo sendero, veían solamente su punto de vista y escuchaban solo sus propias razones? De repente, resulta que su mundo ha cambiado tanto que solo quedan ruinas. Pero ese proceso sucede en cualquier momento y hemos de aceptarlo. Querid@ Amig@, tanto tú como yo necesitamos aprender que la transformación no solamente forma parte de nuestras vidas, la transformación es una parte integral de la existencia de cualquier cosa. En efecto, necesitamos y anhelamos un estado en el que disfrutemos del bien poseído sin ningún obstáculo, pero eso no será ni aquí, ni ahora. AHORA, DISFRUTA DEL VIAJE.

Estás de camino y, por tanto, de vez en cuando elige algún otro sendero, una ruta diferente, una lectura distinta, un modo distinto de pensar o incluso otra compañía. No es que lo tuyo sea malo, se trata de abrir la mente y el corazón a algo nuevo, a acogerlo y a comprender. ¿Y si de pronto descubres algo bello, interesante y de gran valor? Algo que te encante, enriquezca y muestre unos horizontes nuevos, que ponga en duda tus viejas rutinas como me ocurrió a mí en el parque natural.

Hay una cuestión más, relacionada con lo que hemos estado haciendo “desde siempre” y lo que desde luego hacemos bien. Se llama rutina. “Siempre lo mismo” se une inevitablemente con la rutina. La rutina no es necesariamente mala, nos da sensación de estabilidad y seguridad, pero si no añades a la rutina una chispa de creatividad, frescura, imaginación, te amenaza el estancamiento. Y el estancamiento sí es malo. Destruye la alegría de vivir, nos priva de energía y vitalidad, llega el cansancio, las enfermedades, todo se cubre de aburrimiento y tristeza. Sucede que las personas que parecían tenerlo todo, de repente y sin sentido, destruyen sus vidas, como un crío de cuatro años su construcción de bloques de juguete. Los familiares no lo pueden creer: «pero ¿qué le pasó?». En realidad, nunca lo sabemos, pero la sensación de estancamiento hace que una persona sienta de golpe que tiene que cambiar algo; cualquier cosa, de cualquier modo, pero ya.

No esperes, no esperes la rutina, el estancamiento, la sensación de que te asfixias, de que todo comienza cansarte y molestar. Lo que haces desde siempre hazlo de una manera nueva, no importa si haces la comida, una tarta de queso, una entrevista o un proyecto nuevo en tu trabajo. Elije otro camino a tu trabajo, una tienda diferente para hacer la compra, tal vez otro programa de televisión, otro plan para la tarde u otro tema de conversación. Introduce algo fresco en tu vida. Sabes mejor que nadie qué debe ser. ¿Tal vez habría que ahondar para llegar a tus profundidades y ver que allí también hay que renovar algo? 

Con la primavera que está a la puerta hay muchos planes para todo. ¿Qué habrá que renovar y refrescar en tu vida? ¿Qué senderos estás recorriendo y cuáles están completamente descuidados o no tienes ni idea de que existen? 

Quizás en tu ser profundo estés albergando planes o sueños que nunca se han cumplido, porque «es imposible». ¿Y SI FUERA POSIBLE? SI SUPIESES QUE PUEDES, ¿QUÉ HARÍAS?

¿Qué harás hoy, mañana, qué vas a planear para el futuro? ¿Qué caminos te gustaría recorrer? ¿Cuándo los transitarás?

BUENA SUERTE, SEGURO QUE TU PUEDES.

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