¿Me oyes o me escuchas?

me escuchas o me oyes coaching Elanie

¿Me oyes o me escuchas?

Hace poco estaba hablando con una conocida y durante la conversación en algún momento me sentí algo molesta. Hasta tal punto que le pedí cambiar de tema y pasar a algún asunto diferente. Mi conocida se río, cambiamos de tema y seguimos charlando largo rato. Después de concluir nuestro encuentro me pregunté a mí misma ¿pero, qué me ha pasado? Yo no suelo perder la paciencia ni la serenidad cuando charlo con los amigos. Disfruto de esos encuentros y también quiero que las otras personas disfruten y pasen bien los ratos que están conmigo. En ese caso, ¿qué ocurrió?

No necesité investigar mucho para saber de qué se trataba. Durante la conversación hablamos sobre algunos problemas, también de los  míos, y mi conocida en seguida empezó a darme consejos. Sin darme tiempo para decirle de qué se trataba, sin escuchar lo que yo opinaba al respecto y lo que había hecho o podría hacer. Sin escuchar mis razones. Lo primero que surgió fue el consejo: “tienes que hacer esto y esto otro”. No hubo siquiera la posibilidad de contarle cómo veía yo tal situación o qué era lo que yo creía necesitar. No, en absoluto; lo que recibí era: “debes hacer…”  No sé si realmente debo hacer esto o aquello que me dijo mi amiga, pero sé que cuando se me presenta algún problema, obstáculo o reto, necesito verlo primero yo misma. Ubicarme frente a esa nueva situación y verla desde diferentes puntos de vista. Luego ya veremos…

Querid@ Lector@, tal vez te preguntas ahora ¿por qué te cuento esta insignificante historieta y qué sentido tiene abrir el post sobre coaching transpersonal con esto? La respuesta es muy sencilla: uno de los pilares del coaching es la pregunta. Pero, antes que la pregunta, está la escucha. Apuesto a que has estado en situaciones parecidas, a que cuando empezabas a sincerarte ante un familiar o una persona amiga, de vez en cuando te ha ocurrido que, antes de poder decir lo que realmente querías o sentías, ya te llegaban oleadas de consejos, recomendaciones o amonestaciones. En otros momentos, probablemente tu interlocutor te cortaba para contarte su propia experiencia, tal vez parecida o tal vez muy diferente. No importa, lo importante es que el diálogo en seguida se reducía a dos monólogos expresados casi simultáneamente, sin que ninguno prestara demasiada atención a lo que decía el otro. ¿Cómo te sentías en esos momentos? ¿Qué necesitabas? ¿Qué esperabas? ¿Cómo hubieras querido ser escuchado?

En nuestros tiempos parece que cada día hablamos más y escuchamos menos. Nos hablan, o aún peor, nos gritan desde cada pantalla; nos claman a gritos los anuncios publicitarios, todas las news y todos los medios y plataformas sociales. Oímos un ruido constante y tanto nuestros oídos como nuestra mente se han acostumbrado a ese bullicio sin tregua. Pero, como es algo que nos acompaña siempre, tampoco le hacemos mucho caso, sumergidos en nuestros propios pensamientos y conclusiones, sin entrar en diálogo con lo de fuera. No encontramos silencio ni dentro de nosotros ni fuera. Finalmente, resulta que cuando comenzamos a hablar con una persona concreta pasa lo mismo. OÍMOS LO QUE SE NOS DICE PERO NO LO ESCUCHAMOS. NO ENTRAMOS EN LO PROFUNDO. Más bien, oímos lo que nos dice el otro pero, al instante, entablamos nuestro propio discurso en la mente. Enseguida damos respuestas, consejos, arreglamos las cosas y pasamos por sabelotodo. Al final, no sabemos de qué nos hablaba el otro porque no nos hemos enterado. ¡NO NOS HEMOS ENTERADO! ¿Cómo podía enterarme si no lo he escuchado de verdad? Si enseguida di mis respuestas, si sólo escuché el ruido de mi mente, si no nos encontramos en ningún momento. Dos soledades que no se encuentran no se dan ninguna compañía. Pueden estar físicamente presentes, en el mismo lugar y durante mucho tiempo. Pueden hablar de todo lo que saben y de mucho más de lo que saben. Si no se escuchan mutuamente, si no entran en un estar profundo una con otra, no se produce el encuentro ni tampoco se sienten comprendidas ni acompañadas.

Me ha ocurrido un sinfín de veces. Tanto cuando me hablaban a mí, y yo enseguida saltaba dando soluciones, como también cuando yo intentaba hablar sobre mi vida o mis problemas. Lo que te propongo hoy es muy difícil.

me escuchas o me oyes coaching ElanieAPRENDER A ESCUCHAR AL OTRO ES UN RETO DE LOS MÁS IMPORTANTES QUE PODEMOS PROPONERNOS.

Significa descentrase de uno mismo y poner el centro de atención en el otro. Poner atención e interés en el otro y nada más. Sin buscar respuestas inmediatas, sin esperar impacientemente que el otro se calle para hablar tú. Con ganas de enterarte de qué te habla, con paciencia y dándole tiempo. Tu tiempo, que al fin y al cabo es regalo más precioso. Es un poco morir para nuestro propio ego y olvidarnos de nosotros para que la otra persona se sienta acogida, comprendida y acompañada.

ESCUCHAR AL OTRO ES DARLE ESPACIO Y ACOGIDA, SOBRE TODO EN TU MENTE Y EN TU CORAZÓN.

Y si alguien te cuenta sus problemas ¿acaso no hay que darle también alguna solución? Depende, a veces sí, a veces no. A veces, al hablar a uno ya se le ocurren respuestas y soluciones. A veces no necesita tanto consejo sino una ayuda concreta. En otras ocasiones, sólo sentirse acogido en tu corazón soluciona todo. Si de verdad escuchas, sabrás lo que hay que hacer o decir. Pero primero aprende a escuchar.

Ahora te propongo una tarea: respóndete a ti mismo ¿Cómo estás escuchando a los demás? ¿Qué clase de escucha les prestas? ¿Escuchas o simplemente oyes (o tal vez ni siquiera oyes)?

Si un día vienes a hablar conmigo ¿cómo quieres que yo te escuche? ¿Cómo quieres sentirte? ¿Cuándo te sentirías escuchado de verdad?

CUÉNTAMELO

 

2 Comments
  • Teresa Martín
    Posted at 18:38h, 02 marzo

    Muchas gracias Ela por «recordarnos» lo fácilmente que dejamos de escuchar en profundidad, acogiendo, respetando, dando tiempo… Lo importante que es practicarlo para que se convierta en hábito y desterrar el bombardeo, el ruido que nos rodea y que nos impide darnos cuenta de la grandeza que nos rodea. Tus preguntas son una invitación para crecer. Una lección más. Un fuerte abrazo.

  • Elanie
    Posted at 21:09h, 03 marzo

    El arte de la escucha es algo de lo que se habla con mucha facilidad y practica poco. Reconozco mis «lagunas» en ese territorio y me pareció muy importante también escribir sobre el tema. Haciéndonos más conscientes para poder crecer como bien dices. Abrazos.