Cuestión de confianza

Cuestión de confianza

Querida Amiga y muy Estimado Amigo, hoy quiero compartir contigo una experiencia mía muy íntima, de las que uno guarda en el alma con celo y no suelta por ahí ¿Entonces, por qué la comparto? La razón es muy sencilla: creo que te puede ser útil. Me imagino que no soy la única que podría tenerla porque, aunque no hay dos historias ni dos personas iguales, muchas de nuestras experiencias tienen algo en común.

Hace poco busqué un día para dedicar más tiempo a la oración y, en un momento dado, comencé a meditar un párrafo del Evangelio. Un texto tal vez conocido también por ti, Estimad@ Lector@. Se trataba del momento en que Jesús se acerca a la mesa del recaudador de impuestos Mateo. Se supone que cuando Jesús entraba en alguna aldea causaba un enorme impacto que alteraba la vida cotidiana de la gente. Todos dejaban sus oficios y corrían para ver y oír al famoso Maestro de Nazaret. Pues resulta que no todos. Mateo se quedó inmóvil e inflexible en su mesa de recaudador, cuidando de su negocio. Aferrado a ella y preocupado por lo que hacía, no levantaba la cabeza ni le importaba el tumulto reinante cuando, de pronto, ante su mesa apareció el mismo Maestro. Lo miró y sin ningún aviso previó simplemente le dijo: “sígueme” y, como cuenta el relato, él se levantó y le siguió. Esto nos cuenta el Evangelio. Y yo miré largo rato a ese Mateo con sus manos llenas de cosas, de sus “tesoros”, y observé cómo Jesús se acercaba a él y cómo Mateo lo escuchaba, y cómo finalmente dejaba todo en la mesa y, con las manos libres, se levantaba para seguir al Maestro.

Hasta aquí todo me iba muy bien pero, de pronto, me entraron ganas de sentarme yo misma en esa mesa. Dicho y hecho: me vi sentada igual que hacía poco estaba sentado Mateo y vi cómo se me acercaba Jesús y oí como me pedía que se le entregara mis tesoros: lo que tenía en las manos. Y yo, en vez de entregárselo, me aferraba y apretaba cada vez más lo que tenía entre las manos. Fue un momento duro y de mucha claridad. En mis manos estaba mi futuro, mi salud, las seguridades económicas, amigos y familiares…, en una palabra, todo lo que me importaba: mi vida y todo mi ser. Jesús esperaba tranquilamente, dándome todo el tiempo del mundo, y yo tardaba y tardaba. El momento se prolongaba, el Maestro estaba de pie, yo sentada, y no era capaz de entregarle nada. No era capaz. Tuve una certeza absoluta de que la decisión debía ser mía. Nadie me iba a arrebatar nada a la fuerza. No se trataba de quitarme algo, de privarme de algo o empobrecerme en algo. Era una cuestión de confianza. De dejar de intentar controlarlo todo y de permitirse la confianza.

Te he dicho que fue un momento duro para mí. Lo fue por dos motivos: el primero, fue el hecho de intentar hacer esa entrega y no ser capaz de hacerlo durante un largo rato. Comprender que en mi ser profundo hay algo que no me permite perder el control. El segundo, fue muy duro percibir la falta de confianza que descubrí en mi ser profundo en ese momento. Reconozco que me creía mucho mas confiada y me sentí bastante humillada viendo romperse la bonita imagen de mí misma que me había creado.

Voy a volver a mi último post, que de alguna manera trataba de un tema parecido. Abrir las manos, permitir que estén abiertas, no aferrarte a tus pertenencias como si pudieras realmente controlar tu propia vida, es un tema mucho más serio de lo que parece.

He compartido contigo, Querid@ Amig@, mi propia experiencia y puede ser que tú tengas otras tuyas muy parecidas. Sin embargo, puedes decirme que uno de los pilares del coaching es la responsabilidad por la propia vida y el cometido del coaching es ayudar a lograr las metas y fines concebidos. ¿Entonces tenemos que hacernos responsables y pilotar nuestra vida o, al contrario, soltar todo, dejar de preocuparnos y permitir que, como dicen por ahí, “se haga lo que Dios quiera”?

Creo que ese es el punto neurálgico más sutil de nuestra vida. Porque la respuesta parece ser contradictoria y no explicar nada. Si realmente quieres abrir tu vida y tu ser, si quieres ver cosas nuevas, sentir libertad y amor, si quieres conseguir grandes metas, necesitas pilotar tu vida, necesitas saber a dónde vas y hacerte responsable de tu camino. Y al mismo tiempo necesitas abrir las manos, entregar lo que has guardado para ti y ser capaz de confiar en lo desconocido. Si todo en tu vida está sometido al control  de tu mente, si no eres capaz de soltar nada, corres el riesgo de que se te calcifique algo en tu interior, perderás la fluidez, la alegría, y no podrá aparecer ningún brote verde.

¿Cómo conseguirlo? SIN LUGAR A DUDAS ES UN ARTE. UNA VIDA PLENA ES UN ARTE Y NECESITA MUCHO ENTRENAMIENTO, POR UN LADO, Y ESPONTANEIDAD DE NIÑO, POR OTRO.

 

Hoy no te propongo ningún ejercicio pero, si quieres, siéntate en la mesa de Mateo el recaudador de impuestos, observa tus tesoros y entrégalos. ¿A quién se los vas a entregar? ¿Quién o qué es para ti digno de confianza para recibir lo que más vale en tu vida? ¿En manos de qué o quién vas a depositar tu propia vida? ¿Cuánto eres capaz de soltar el mando y permitir que ocurra lo inesperado? ¿Cuánto confías en lo desconocido? ¿Qué es lo que no eres capaz de entregar?

Que te acompañe este pensamiento que leí hace poco:

SI AMAS ALGO, DÉJALO LIBRE.  SI REGRESA, SIEMPRE SERÁ TUYO;  SI NO, NUNCA LO FUE.

 

2 Comments
  • Rebirthing
    Posted at 11:16h, 09 diciembre

    Muy buen post!
    ¿Qué consejos darías para ganar confianza en uno mismo?
    Saludos

  • Ela Niedźwiecka
    Posted at 17:16h, 10 diciembre

    Hola, la falta de confianza en uno mismo puede tener diferentes causas. Puede ser causada por unas creencias limitantes provocadas por uno mismo o por el entorno y en este caso habría que descubrir esa creencia y «desmontarla» en la mente poniendo algo contrario, o sea algo que la anule, un valor plus. Esas creencias pueden ser muy metidas en el subconsciente, hay que sacarlas de allí, lo primero es darse cuenta. Otro camino es ir descubriendo su propia valía, su propia unicidad y trabajar ello. Lo que escribo a la fuerza es muy genérico porque no tengo datos concretos para saber el origen del problema. Si quieres puedes escribirme usando el formulario de contacto y dándome mas datos. Otra vía son las sesiones de coaching dónde se puede trabajar la confianza; en todo caso te invito a ponerse en contacto, saludos, Ela