A la una, a las dos, a las tres …

A la una, a las dos, a las tres …

Mi último post estaba dedicado a la importancia de la preparación necesaria para poder ganar cualquier batalla y te prometí, Querida Lectora y Estimado Lector, aportar algún truco para que puedas calentar tu motor interior y para que todo el vapor no se pierda en hacer sonar el silbato, como se decía en los tiempos de las locomotoras a vapor.

Dicho y hecho, hoy vengo con un puñado de ideas que podrían serte útiles o, por lo menos, inspirarte para buscar tus propias rutas y despertar tu creatividad para conseguir tus fines.

Y aquí viene el fundamento de toda meta que se te ocurra y que quieras conseguir. ¿Es eso lo que realmente te interesa?  Del 1 a 10, si el 1 es el nivel mínimo y el 10 el máximo, ¿cuánto te interesa conseguirlo? Detente aquí por un momento; si en tu mente ronda algún plan, proyecto o deseo, no sigas leyendo, sino que haz cinco respiraciones profundas, exhalando lentamente, silencia la mente y contesta ahora mismo a esa pregunta. Se honest@ contig@ mism@ y responde a la pregunta tal como lo sientes, sin pensar demasiado, dejándote guiar por la intuición.

Ahora, cuando ya tengas la respuesta, puedes seguir. Si tu respuesta está entre 8 a 10, pregúntate que necesitas para llegar a 9 o a 10.

En cambio, si tus ganas empiezan por debajo del 7, ni te molestes, no lo vas a conseguir y a lo mejor ni siquiera lo vas a empezar. Tal vez te sorprendas por lo tajante que me muestro en este momento, pero estar entre “sí, me gustaría”, “tal vez algún día” o el más famoso “tengo que…”, no solo no te aporta absolutamente nada, sino que te hace daño. Quedarse en este estado de puerta medio abierta hace daño porque te puede crear un sentimiento de culpa. Pensar “tengo que…” y no hacerlo desgasta la energía, te hace perder tiempo y credibilidad ante tus propios ojos. Si aparecen muchos “tengo que” sin hacer nada, en ti mismo se produce frustración, falta de respeto y una profunda, bien oculta sensación de inutilidad y de poco valor, en definitiva, un sinsabor muy amargo. Luego, como te sientes bastante mal, buscas alguna compensación. Después surgen de nuevo los remordimientos y así pueden pasar años enteros.

Por tanto, en el momento de fijar cualquier meta pregúntate si esa meta es tuya. Y ten el valor de reconocerlo si no la quieres, si no te interesa o sí lo hace, pero no en este momento. Y acaba el tema. No sigas meses o años guardando una semilla que nunca brota.

Pero ¿qué hacer cuando sientes que la meta en realidad te interesaría, pero no puedes arrancar? Te voy a dar unos ejemplos concretos. Miles de personas cada año se plantean que “tienen que” hacer ejercicio físico, deporte, correr, etc. y la mayoría de ellos terminan sentadas en el sofá sin mover el cuerpo, pero llevando siempre el “tengo que” en la mente. Tal vez necesitas encontrar una actividad física que te guste. Como ahora correr se ha puesto de moda, tú también piensas que tienes que correr y no te das cuenta de que a ti te gustaría bailar, o tu amiga va a nadar y te anima a que te unas a ella y a ti el agua te da miedo… Busca lo que realmente te gustaría a ti, lo que te apetecería a ti, pregúntale a tu mente, a tu corazón y a tu cuerpo qué opinan. Y hazlos colaborar.

Sabes que te vendría bien hacer algunas caminatas, pero te parece aburrido. Bueno, quizá mientras caminas puedes escuchar un podcast, buscar un amigo o un familiar para que te haga compañía o hacerlo de una manera meditativa, entrenando tu atención. Hay mil maneras y mil medios para hacerlo. Lo que intento mostrarte es el gran abanico de posibilidades que existe: eres un ser creativo, aprovéchalo para buscar tus propias soluciones mientras persigues tus metas.

El paso siguiente es dar un nombre concreto al cambio que pretendes o al objetivo que quieres conseguir. ¿Qué tiene que cambiar? ¿Cómo tiene que cambiar? ¿Sabes cómo hacerlo?

 

Si decides hacer ejercicio físico, expresa claramente lo que vas a hacer.  “Voy a nadar”, “haré pilates”, “me voy a apuntar a clases de boxeo”: TU PROPÓSITO TIENE QUE TENER UN NOMBRE. Escríbelo, mucho mejor si lo haces de tu puño y letra. Los psicólogos no se cansan de subrayar la importancia de la conexión profunda y misteriosa que existe entre la mano que escribe y la mente que se lo toma en serio.

Cuando ya lo hayas escrito, léelo varias veces y decide qué forma concreta va a tomar tu propósito. ¿Vas a correr? ¡Fabuloso! ¿Cuántas veces por semana? ¿Cuánto tiempo o cuánta distancia? ¿Dónde? ¿En qué momento del día? ¿Cómo lo vas a compaginar con el resto de tu vida, tus trabajos o compromisos familiares? Escríbelo en tu hoja y a continuación responde a las siguientes preguntas:

¿CUÁNTO CREES EN TU PROPÓSITO?

¿CUÁNTO TE APETECE?

¿QUIÉN SERÁS SI LO CONSIGUES?

¿CÓMO TE VAS A SENTIR? ¿CÓMO SE VA SENTIR TU CUERPO? ¿CÓMO QUIERES SENTIRTE? ¿QUÉ DIFERENCIA NOTARÁS?

Haz una visualización del día en que ya lo hayas conseguido, vive todas las emociones que sentirías, tu alegría y la sensación de victoria, siente tu cuerpo sano y libre. Adelantando lo que pretendes, la mente va a preparar los caminos por los que irás y todo el universo de alguna manera va a colaborar contigo.

He puesto el ejemplo de correr, pero se aplica a todos tus propósitos y a todas tus metas. Si realmente quieres introducir algo nuevo en tu vida, necesitas saber qué quieres y cómo lo puedes hacer. Expresarlo por escrito tiene varias ventajas. Tu mente necesita saber de qué se trata: al ver un plan concreto lo coloca en el subconsciente y lo trabaja mientras tú te ocupas de otras cosas. Al ponerlo por escrito, tú mismo te comprometes mucho más y te involucras mucho más.

Otro medio muy importante es tener algún testigo de tu propósito. Puede ser un amigo, algún familiar, un grupo de confianza que tengas en Facebook o WhatsApp. Si eres capaz de hablar de tus metas a una persona de confianza, ella te animará en tus momentos de prueba, te felicitará por tus logros y también te podrá dar feedback cuando desfallezcas por pereza. Y encima, así puedes animar a otras personas a abrirse nuevos caminos por la vida. ¡Qué ganancia! ¡Di que sí!

Comparte tus vivencias con tus amigos y también conmigo, si te apetece, y consigue lo que deseas.

Ah, y lee el próximo post, porque hay más trucos que me gustaría compartir contigo.

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